jueves, 19 de mayo de 2016

Ideogramas de calamar

Estático contemplo el paso de la mañana, todo lo más un ligero movimiento para respirar. Las noticias se suceden, pasan cosas en el mundo, en mi calle sin ir más lejos. No quiero saber nada de ello, aspiro a la evaporación, estática también.

Nada me perturba ni nada me adormece cuando observo a los calamares trazar ideogramas en las paredes. El rastro es gris y confuso, pero el dibujo nítido de tinta negra. Se diría que alguna fuerza los dirige dictándoles el camino, pero si lo pienso más, y no quiero pensar, considero que la idea es absurda. Tienen criterio propio, o al menos lo aparentan, y por lo que yo veo el concepto permanece.

Me aburro pronto de ellos, la contemplación no sabe de atención, sino de vaguedades que flotan en burbujas translúcidas, frágiles al pensamiento. Basta con mirarlas de reojo para que estallen y derramen su intención en miles de micro gotas condenadas al olvido. Es mejor quedarse quieto, absorto en el vacío, y esperar a que se te acerquen y te digan.

La mañana pasa, los cigarros se consumen, los calamares se han secado. La mañana ha terminado.

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